jueves, 26 de mayo de 2011

Homenaje Póstumo a Norma Bazúa

Redacción: Graciela Roque García
Fotografías: Enrique Falcón Benítez




Bellas y distintas voces se unieron como pétalos de rosa para rendir el Homenaje póstumo a la gran poeta Norma Bazúa. Vamos a tener presente su legado poético. Ernestina Yépiz.

Norma, todos los que amamos a ti y a tu poesía nos vamos a confabular contra el tiempo, contra la amarga letanía del reloj implacable para que nadie tenga la torpeza, la estulticia de decir, de suponer que Norma Bazúa ya no se encuentra entre nosotros, fueron las palabras del poeta Enrique González Rojo que cimbraron los corazones de los asistentes al Homenaje póstumo a la gran poeta Norma Bazúa y convocaron la lectura de su obra.

El jueves 28 de abril de 2011, a las 19:00 horas, se realizó un profundo y sentido Homenaje póstumo a la gran poeta Norma Bazúa Fish, Doctora en Letras Hispánicas por la UNAM, autora de los libros Cómo dibujando las distancias, merecedora del premio Jomar, De ser, amor y muerte, prologado por Carlos Pellicer, A Manera de pre-texto, Boceto para un palabrario, Varo entre Remedios caseros, Momentos, Flor simultánea al fruto, Tengo miedo de sacudirle la raíz al sueño y Aprender la muerte, entre otros, en el Centro Cultural España, con la participación de la escritora Yolanda Ortega Rizo, la poeta y periodista Guadalupe Lizalde, el poeta y narrador Porfirio García Trejo, la poeta Ernestina Yépiz, el poeta Enrique González Rojo y la hija de Norma Bazúa, Marivilia Carrasco Bazúa moderado por el poeta y editor Andrés Cisneros de la Cruz.



El poeta y editor de la editorial Versodestierro (junto con la poeta Adriana Tafoya) Andrés Cisneros de la Cruz recordó cual fue su impresión cuando conocieron la obra Aprender la muerte de Norma Bazúa, la escritora Yolanda Ortega Rizo, compañera de estudios profesionales y amiga de la poeta compartió, no sin emoción, algunas vivencias de Norma Bazúa y analizó los temas y recursos poéticos de su libro Aprender la muerte; la poeta y periodista Guadalupe Lizalde, amiga de Norma Bazúa, remembró situaciones confrontadas, convivencias entrañables y citó prosas y versos escritos por la maestra; la poeta Ernestina Yépiz leyó un texto que escribió acerca de su relación con Bazúa e incluyó una valoración de su obra, el poeta Porfirio García Trejo pidió que se haga justicia a la poeta publicándola y difundiendo su poesía y en la voz de Marivilia Carrasco Bazúa, Norma Bazúa habló de su doctrina poética, estética y política, su legado poético fue expresado y seguirá pronunciándose, de tal manera que, en palabras del poeta Enrique González Rojo, nadie podrá decir que Norma Bazúa ya no se encuentra entre nosotros.

Los poetas Paquita Andueza, Santos Velázquez y Leticia Luna leyeron poemas de su autoría, escritos a la maestra Norma Bazúa. Una asistencia de aproximadamente ochenta poetas y escritores brindaron dos fuertes y largos aplausos a la poeta Norma Bazúa y agradecieron la intervención de los comentaristas.

A continuación, todas y cada una de las participaciones.

Andrés Cisneros de la Cruz


Poeta y editor, autor de los poemarios: Vitrina de últimas cenas, No hay letras para escribir tu epitafio y Como la nieve que dejan los muertos, Consejo de Metáfora, hoja de poesía, coeditor de la antología 40 Barcos de Guerra, editor y creador (junto con la poeta y editora Adriana Tafoya) de la editorial Versodestierro, del Torneo de Poesía. Adversario en el cuadrilátero y de los Miércoles Itinerantes de Poesía, uno de los organizadores del homenaje, comentó:

“Nos cayó como un golpe, el asunto de que una obra tan brillante, tan bien escrita, tan profunda, en un estilo tan particular, fuera una obra no conocida en México o suficientemente conocida digámoslo de este modo; desde el perfil de lo que hace la editorial Versodestierro que es promover poetas poco conocidos, poetas que tienen que aportar a las letras nacionales y que no han sido estudiados lo suficiente, nos entregamos a promover a la maestra Norma, promovimos la publicación del libro Aprender la muerte, un libro pequeño porque somos una editorial independiente, digamos modesta, no por ello menos profesional, buscando menos belleza, desde esa utilidad, la editorial Versodestierro publicó este libro Aprender la muerte de la maestra Norma Bazúa.

Esperábamos que la maestra Norma nos pudiera acompañar, ella estaba muy entusiasmada, fue un espíritu fuerte en el sentido de que ella quería estar aquí. La maestra luchó todo el tiempo, en toda su vida luchó, tenía una fuerza, una increíble vitalidad que se refleja en su poesía, en su amor a la poesía, estamos aquí para rendirle un homenaje a Norma Bazúa, con sus amigos poetas, amigos ensayistas y lectores, vamos a compartir un poco de su obra, las vivencias y las cosas que ella nos ha dejado. Antes de comenzar me gustaría pedirles un aplauso para Norma Bazúa.”

Los asistentes dieron un fuerte y largo aplauso a Norma Bazúa.

Yolanda Ortega Rizo


Licenciada en Lenguas y Literatura Italianas, Maestría en Lengua y Literatura Españolas, desarrollo su vida profesional en la Universidad Nacional Autónoma de México, fue Jefa del Departamento de Italiano del Departamento de Lenguas Extranjeras de la UNAM, de la Preparatoria, tiene dos libros publicados: Metodología para la comprensión de lectura del español en lenguas extranjeras, Edit. Porrúa y Textos para lectores, Editorial Libro Nuevo, expresó:

“Recuerdo cuando Norma y yo estudiábamos Letras Españolas en la Facultad de Filosofía y Letras, ella era como una ráfaga de viento, llegaba apresurada a clase, seguramente después de haber atendido a su numerosa familia, era parlanchina y contestataria; cuando empezaban las clases sacaba su tejido por aquello de no desperdiciar el tiempo mientras escuchaba, al salir se apoderaba de la situación para hablar sobre todo de poesía, yo sólo sabía que organizaba grupos de resistencia mientras sus niños corrían felices por los jardines y se mojaban los pies con todo y zapatos en los charcos.

También veía que entregaba sus poemas a los maestros Agustín Yáñez, Luis Rius, María del Carmen Millán quienes tenían elogiosos comentarios para los mismos, así transcurrió, para mi, su presencia en la Facultad y luego nos dejamos de ver muchos años, nos reencontramos en la Escuela Nacional de Música de la UNAM, yo llevaba a mi hijo a clase de coro y ella también tomaba clase con el mismo maestro y seguía hablando de política, se dedicó a hacer creaciones con el tejido y a construir una casa, al unísono de sus investigaciones poéticas.


Ahora, heme aquí en este merecido homenaje, me siento muy honrada de participar en él y agradezco a los organizadores la oportunidad de expresarme, dedicaré mis comentarios a su último libro Aprender la muerte, ese pequeño poemario en el que condensa con inaudita belleza temas poéticos como su asombro por la vida, la pujanza de la voluntad de vivir, el valor de enfrentar el amor y el desamor, la desolación ante la muerte o la fortaleza ante la imagen de la propia muerte, a continuación citaré ejemplos de cada de ellos:

Sobre el asombro por la vida: Fragmento del poema 3. La vida nace del doblez de la caricia/balbucea vida desde el primer respiro/ Poema 4./…/venía de una madre desconcertada/por el asombro ante su grito luz pequeña/apenas un destello iracundo/


Pujanza de la voluntad de vivir: Poema 5. De haber nacido en primavera/sería árbol un nidal con zenzontlera:/canto perdurable y sin rencor entre el follaje/…/Sólo estruendo de polen en la voz/Y un corazón vorticilaba sangre/para agitar banderas/…/Poema 7.Huracán para limpiar al viento./Corazón de vidrio con transparencia de orfebre/en su oficio barroco de sueños-/…/Y les juro que de su corazón frágil/tengo pruebas contrarias/ a pesar de todas sus nostalgias. Poema 9. Tuviste alma con alas desde siempre/no había en tu destino/sorpresa desencajada ante el abismo//Cada día tomabas la vida por el cuello/le ponías sitio para que soltara prenda/y dejara sólo las voces necesarias/para construirte la palabra nuestra de cada día.

Valor para enfrentar el amor y el desamor: Poema 4. /…/Le pusieron un nombre como ley:/ para cumplir sin remedio palabras claras/y besos resueltos/al gritar de amor en el desierto. Poema 27. /…/ Lo que di ha estado entre mis brazos/redondos y álgidos/lo que dejo me lo dejaron antes/aún tengo para heredar/estos hombros para cargar el peso del rocío/sin que lo desaliente lo efímero del pétalo/Hombros que mueven horizontes sobre tablero de atardeceres/para hacer que se cumpla el intento amoroso/en la redondez del abrazo./…/ Poema 21. Porque el llanto lo borra todo/ un día desdoblé mi cuello levanté mi cabeza/para que esa lluvia imparable me golpeara/y el grito del dolor saliera ileso/Entre tanta agua oscura sobre papeles manuscritos/entre tanto grito herido/mi nostalgia no encontraba acomodo/En la penumbra no se inician prosas dulces/ni se registran desenlaces felices/Hice lirica versión del recuerdo/y en hojas nuevas registré mis tiempos/pero páginas manuscritas por una mano ciega/ no alcanzaron luces de ventana/-abierta sólo cuando escampaba el cielo/y llegaba la pegajosa sequedad del insomnio-//Para tanto garabato nocturno/no me quedaba entonces/ más refugio que dibujarme un árbol/y entre su hojarasca/hacer perdedizo todo mi arrebato.


Respecto a la aparición de la desolación ante la muerte: Poema 13. Se te escapaban las palabras/huidizas antes de rimar con el olvido/eras pábulo de indiscreción/en el grito (en el alarido)//Buscabas la muerte del hijo/en orillas de la vida/Todo era confesión al querer asumir/culpas de muerte sobre alma desolada.//Como posesa/en gavilla de trigo convertiste el dolor/para que los hambrientos se hartaran/ para que la osaran los violentos.//Para que pasara sobre ella un tropel de caballos/…/

Sobre la fortaleza para enfrentar la imagen de la propia muerte: Poema 18. Invicta entre impulsos todavía vivos/impongo el paso cansado/ los brazos prolongados en los remos/caen desfallecidos./Impasible ante lo imposible de sobrevivir/entre el agobio del oleaje/ante lo posible de morir por agua/Te juegas momentos huellas llanto/en un remate baratario del dolor/hasta tirar as de oros a la jugada/certera entre la espuma//Perdida entre tus intentos de amorosa de la muerte/ante cualquier otra carta perdedora/adoptas la conjetura frente al espejo./El espejo entre el oleaje/se empeña en descifrar enigmas/bajo las profundidades.//Para trazar estelas caminos sobre el mar/antes de ahogarte. Poema 19. En estas jornadas de trabajo arduo/de aprendizajes entre féretros/espero que el amor humano detenga/la catástrofe/y reconstruya con poco que nos quede/después del cataclismo.//Pan y sal diarios exigen todavía/ invención de futuro/que luz y respiro angélicos/me den dimensión de multitud/cuando intente aprender pasos/de mi propia persona sobre huellas propias//Porque todo entre tantos esqueletos/es igual a otros momentos de la historia/desde que el hombre compite/con peces y gaviotas//Y es hoy más que nunca/grano de sal de los océanos/y mendrugos de pan/con su presencia segura entre galaxias. Poema 20. De pronto me veo aquí/pidiendo a Dios un poco más de tiempo/para corregir mis errores/confesar culpas del descuido/frente a su cara sorprendida/al reconocer mis fallas/entre equivocaciones diarias/cuando quise construirme un mundo personal/unos sueños propios.//Sólo a él puedo pedirle que me traiga una ola verde/un sunami personal que guardo entre/miedos infantiles/para que arrase con esta agua violenta de mis ríos/este goteo vergonzoso de un viejo amor/entre recuerdos viejos//Se me quedó todavía entre los brazos/antes de aprender la quietud.

Es sorprendente la pulcritud de la forma aunada a la profundidad lograda en estos poemas, tanto que resulta muy difícil descubrir los recursos empleados para alcanzar la expresión con tal poder de sugestión, me detendré en dos puntos: la voz poética y el silencio también como valor poético. Respecto a la voz poética: un velo transparente recorre los límites textuales de este libro, el desdoblamiento de la voz poética: son dos Normas que, a veces, dialogan fluidamente, otras veces, se contraponen e incluso en otros momentos se levantan y confunden hasta pasar del tu al yo, acabamos por resumir las consecuencias emocionales de la otra Norma, como se sostiene sobre todo, en el poema 9.Como diría tu hermano Enrique/alguna vez fuiste bandera/ Era fácil mirarte así de frente/en el retrato al óleo/que te pintó un alumno de Siqueiros//Aquél de pañolón rojo atarugado sobre los hombros/Tenías ojos tranquilos aliento sereno/uno podía asomarse adentro y ver tuviste alma con alas desde siempre no había en tu destino/sorpresa desencajada ante el abismo/Cada día tomabas la vida por el cuello/le ponías sitio para que soltará prenda/y dejara sólo las voces necesarias/para construirte la palabra nuestra de cada día//La que al enhebrar perlas organizas:/perdonas deudas de los otros/para acomodarlas en dólmenes al lado del camino/Ahora casi no puedo mirarte de frente/asomarme adentro verte el corazón// He perdido la capacidad para despejar/este nublado por los ojos que no me deja ver/lo que dueles de piedra acumulada/con la que quisiste detener el mar.

En otros poemas, el desdoblamiento de la voz poética llega hasta la tercera persona como lo ejemplifica el Poema 6. Traía en su sayal conciencia del origen/era casi augur de vida y de muerte/y llevaba presencia de utopía/hasta los quicios de las puertas. En el poema 7. El sol le dio en la frente/presea única porque nació/tierra que se rindió a la espiga/…/

La ambigüedad producida con tales vaivenes de la voz poética se traduce en enigma de no saber en un momento dado quien le habla a quien o de quien, lo cual aumenta el efecto de sugestión y, también, la posibilidad de contraponer, como lo hace efectivamente la poeta, el hoy y el ayer, además este recurso favorece la necesaria distancia en la observación de lo vivido, para luego, expresar sus más íntimas pulsaciones libres ya del natural pudor, como lo han hecho ya, a lo largo de la historia de la literatura, otros grandes escritores al enmascarar su propia voz con supuestos hallazgos de manuscritos ajenos.

Ahora bien, respecto al silencio poético que en la página aparece como espacio y que traté de respetar en las citas, enriquece el ritmo de la frase poética al permitir al lector detenerse momentáneamente a reposar lo leído y a darle énfasis a lo que se está por leer, convirtiéndose así en un efecto dosificador de las emociones dictadas por cada poema, por la pertinencia en relación con Norma me voy a permitir terminar con una cita de Octavio Paz, de El Arco y la Lira: La poesía nos abre la posibilidad de ser que entraña todo nacer; recrea al hombre y lo hace asumir su condición verdadera, que no es la disyuntiva: vida o muerte, sino una totalidad: vida y muerte en un solo instante de incandescencia.”

Guadalupe Lizalde

Poeta, periodista, corresponsal, Premio Nacional Poesía Sor Juana Inés de la Cruz, Premio Nacional de Periodismo, catorce libros publicados, entre ellos, la única biografía autorizada de Mario Moreno Cantinflas, ha publicado en libros y revistas de México y el extranjero, becaria del Instituto Rafael Alberti, relató:

“Toda esta carrerita que me ha llevado varios años, la comenzó Norma, yo me iba a retirar de la literatura el día que me quemó todo en su departamento en Mixcoac, sacó unas tijeras, recortó dos renglones y me dijo con esto vas a empezar tu carrera, Marivilia, quien ahora es madre de familia habrá de recordar que le rompí dos platos que me cobró hasta el último día de su vida; esto se lo dedico a Marivilia, a su hija y a su nieta, en esta tarde quemada.

Este día dedicado al recuerdo amoroso de Norma Bazúa ha resultado arduo llegar hasta ustedes con unas palabras, que se esperan intensas como el momento en tránsito, profunda como el duelo, cristalina como la estela del lecho que aún nos convoca; pues, la negación todavía dirige mi orquesta, así de fuerte es la costumbre, así de difícil para la razón humana aceptar lo irremediable, cuanto sufre la mente para aprender a olvidar; pero ese no es mi propósito ni queda en mis manos hacerlo, Norma Bazúa está representada por el sábado de gloria, emocionalmente momificada en el comedor de mi alma, por eso le comenté a Marivilia que sería más fácil acostumbrarme a vivir con su ausencia que tratar de alejarla de mi reino. Además, ella no lo permitiría, pensé que no sería atinado realizar un desmenuzamiento de su poesía para invitarlos a leerla, la conocemos muy bien, tampoco creí prudente ponderar su método, la excelencia del trazo, la invención de sus campos en sus textos, está hecho y siempre habrá alguien que lo haga con mayor imparcialidad y justicia, yo simplemente la quiero mucho.

Hubo complicidades en la creación y corrección de textos, no tocaré signos ni les entregaré claves, nunca les robaré el placer de descifrar su oficio marino, todavía no sé que hacer con mi maestra, con la amiga, con la poeta, ni con la política, además, prometimos retirarnos de este peliagudo oficio desde un día en que concluimos que nos hacía falta muchísimo dinero para seguir braceando en la izquierda mexicana, cuanto nos reíamos; en otra ocasión, la encontré furiosa porque los periodistas sólo le preguntaban tonterías, se suponía que yo salía en defensa de mi gremio, pero Norma buscaba enredar a la gente con hilos de oro y yo no quería caer de nuevo-¿por qué no les pides que te repitan la pregunta Norma?- puso una cara tensa y enojada luego la suavizó y finalmente soltó una carcajada- ¿ahora quién es más taruga que yo? –pues la única forma de estar por encima de ganarle a Norma es agotándola.

En una fiesta me aseguró que ya no diría la verdad a la prensa porque después se la volteaban y todos terminaron enojados con ella, ya saben ustedes la sobrevaloración que Norma daba a la verdad, traté de inocularle que el negarse a dar entrevistas no era buena idea, ni le ayudaría en su labor de difusión, sugerí algunas estrategias: no digas que eres la mejor sino que te cuesta mucho pulir tu trabajo, cuando te pregunten de tal o cual libro o autor: diles que la persona es vigorosa, telúrica, espontánea o buena gente y si te acorralan, de plano, responde que ya no te acuerdas-ahora si me fregaste Guadalupe, resulta que resulté una fregona poética desinformada y para el colmo vaga, en la expresión, no gracias; así serás tú, no yo- pues, entonces diles que tu arte es tu musa como la de Sor Juana, aquella noche terminamos ponchadas de risa, apoyadas en la barda de la entrada, mirando hacia la cañada.

Por nada de todas todas, conjeturábamos que el único camino a la felicidad era la locura-¿oficialmente loca?, ¿me has declarado oficialmente loca?- no amiga, vox populi nada más porque entonces tendríamos que conseguir un clasificado y encima pagarlo, sería muy loco de nuestra parte- pero, a ver Guadalupe, ¿cuál sería el beneficio poético social?-No hacer mella, Normita, ya loco uno puede decir lo que sea, es el camino más corto para evitar consecuencias. Cito a Norma: Es parte vital de mi esqueleto la que alienta tormentas,/despliega toda la fuerza, riendo a carcajadas/contra ese mimetismo de maderas/ese otro yo que me aquieta. Bromas, risas, en eso podría resumir mi trabajo marino con ella y hasta parte del éxito, lo contrario hubiera sido demasiado serio, solemne.

Norma se hizo de palabras con la vida y nunca terminó su pleito, duelo y dolor, perdón y nostalgia, yo pienso que la palabra culpa no me estremece cuando recuerdo sus textos, revisaba con curiosidad extrema los versos de Aprender la muerte, realizaba con minuciosidad Varo entre Remedios caseros: Salí embozada a decidir mundos/Segura estaba de mi liberación//Trate de no ver obstáculos/ocultándome entre mantos terrestres/ pasados entretelas y entretelones para sortear/farsa diaria de comer al prójimo y dormir próximo o el verso que explica su temor al agua, por la que habría de acumular con sus ojos o Con Lazarillo sobre páginas blancas, cito: “allí se entierran los que mueren niños y van directamente al cielo sin pasar por el purgatorio, dijo mi madre: Yo prefiero morirme como la refresquera/ como la capitana de los matachines/del día de la Santa Cruz…/, lo dije en voz alta en pleno sepelio/y que me entierren con música/y que me acompañen al camposanto/ todos los hombres que me hayan querido.//Ante el disgusto que veo salir por los ojos de mi madre/rectifico/ bueno que me tiren al mar como los marineros…/ pero, con música/ quiero que toque la tambora cuando me muera…/me quiero llevar la música al fondo del mar/ al cielo/ ¡por si allá no hay!”

Genio y figura, lo digo con sofoco y alegría, Norma fue ella, pese a ella y a todos nosotros. Y con esto nos dio un buen retrato impreso, no sé si hubiera escrito tanto el poeta a penas tan oscuras, ignoro si mi persona hubiera buscado la pluma para entrever en el aire algunas palabras o actos que nos definen, ella superó su tragedia engrandeciéndola, es decir, publicó por encima del drama y a nadie hizo entrar en él, bebió toda su tinta, se compró una armadura de cangrejo, la usó toda la vida y sólo la dejo descansar, por momentos, para construir una casa sobre un voladero. Se largaron sus hombres, no hay delito como señala en Aprender la muerte, si no me creen aquí está: el mismo Jesús tuvo que bajar por ella, Norma no se fiaría de cualquier celestial advenedizo para tomarle la mano e irse con él; esta tarde me quedo con sus versos que llegaron a mi memoria en el momento en que sonaba el campanario cuando su cuerpo aún estaba con nosotros: mientras no piensas en la muerte el vivir te agobia”.

Porfirio García Trejo


Nació en la Ciudad de México el 3 de marzo de 1947, narrador y poeta, coordinador de talleres de poesía, coordinador editorial en el Instituto de Ciudad Netzahualcóyotl de Palabras, colaborador del Universal, Jornada, Novedades y Palabras; libros publicados: Anti poemas, Orígenes, Apenas el amor, Desde el silencio, Poemas en crisis, Apenas siempre, Flor y elipsis, Flas de la luna, Cuadernos del borde, integrante del colectivo Poetas en Construcción, declamó el siguiente poema:

Cerraron sus ojos que aún tenía abiertos

taparon su cara con un blanco lienzo

y unos sollozando y otros en silencio

de la triste alcoba todos se salieron

de la alta campana a la lengua de hierro

le dio volteando su adiós lastimero

el luto era ropa, amigos y deudos

se usaron en fila formando el cortejo

platique tan hondo con el sepulturero

cantando entre dientes, se perdió a lo lejos

la noche se entraba, reinaba el silencio

perdido a las sombras medite un momento

¡Dios mío que solos se quedan los muertos!

vuelve, el polvo al polvo, vuela el alma al cielo,

todo es sin espíritu podredumbre y cieno

no sé, pero hay algo que explicar no puedo

algo que repugna aunque es fuerza hacerlo

al dejar tan tristes, tan solos, los muertos.

Y manifestó: “Gustavo Adolfo Bécquer por supuesto, este tipo de poemas sobre la muerte no envejecen, son eternos y la verdad es la misma, por eso me pareció bueno leerlo y hacer este brevísimo comentario.”

“Resulta que el día de hoy íbamos a hacer un homenaje a una poeta viva, extrañamente muerta digo aquí, yo había escrito algo sobre el libro Una chispa del cuerpo y ya el incendio en el sueño y este libro se detuvo en la imprenta no pudo salir ya, porque no era un libro póstumo, ahora debe serlo necesariamente, pero como no se puede hablar sobre este libro sólo viene aquí una reflexión que hice, que era como un preámbulo al libro.

La generación a la que pertenece cronológicamente Norma Bazúa es una generación de grandes poetas: Jaime Sabines, Rosario Castellanos, aquí mismo andaba el maestro Cardenal, toda esta generación de grandes poetas son coetáneos de ella; no era difícil que Norma Bazúa entre algunos poetas no brillaran tanto como algunos de ellos que son verdaderos genios de la literatura, especialmente porque en el mundo de la literatura hay quienes saben vender su imagen, se preocupan más por ser conocidos, por ser aceptados por diferentes instituciones que por ser buenos poetas.

En la parte alta de la literatura hay poetas muy mediocres, algunos buenos poetas, hay algunos que logran filtrarse y pasar por buenos poetas sin serlo y en la parte subterránea también poetas que son muy buenos, pero casi nadie conoce; en el caso de la maestra Norma Bazúa debo confesar que yo no la había leído hasta el año pasado en que los amigos de Versodestierro, esta editorial independiente, muy reciente, me invitaron a comentar el libro Aprender la muerte en la Feria Internacional del Libro y confieso con pena que fue este el primer libro que yo leí de ella y me llevé una agradable sorpresa.

La poesía de la maestra es bastante buena, yo no la conocía, no la había leído nunca, me da pena, no soy un ignorante de la literatura, leo las Historias de la Literatura Mexicana y deberían ser obras de investigación y no investigan se quedan con los nombres más evidentes, pero comenté en aquella ocasión algunas cosas que me parecieron sobresalientes de su poemario que me encantó, después he tenido ocasión de leer otros libros y lo confirmé: es una muy buena poeta, mi reflexión me ha llevado a pensar, que ojala algún día se haga justicia, ¿que sería la justicia en este caso? presentarla y publicarla, porque al final de cuentas para eso escribimos.

Los que digan escribo para mi, para guardar lo que escribo realmente están mintiendo, si alguien no quiere que se entere de lo que uno sienta o piensa, no lo pone por escrito, escribimos para que los demás nos lean, para que los demás disfruten, para compartir lo que sentimos y lo que pensamos, a final de cuentas somos gente social, hacemos una labor social, los que escribimos pero, también los que nos publican, por eso que bueno que existen grupos como Versodestierro que la publicó. Qué bueno que haya quien contrarreste esa injusticia social, los que no queremos promovernos de esa manera sucia, por decirlo así; yo conozco quienes piden tu voto cuando eres jurado en un concurso, hay deshonestidad dentro del medio literario, qué bueno que existen editoriales como Versodestierro que promueven la justicia, la literatura de la maestra. y espero que si haya una institución o alguien que tenga la sensibilidad de editar la obra completa de ella y promoverla como debe de ser.

Ella debe estar en las antologías e historias de la literatura ¿por qué? por la calidad de su obra, oigo que María del Carmen Millán fue maestra de Norma Bazúa y tiene una de las Historias de la Literatura Mexicana más bellas y completas que se hayan escrito, pero no está Norma Bazúa allí, fue alumna, si hubiera sido su maestra es probable que si estuviera, no sé que más decir, vamos a esperar la publicación del libro, les agradezco que me hayan escuchado.”

Ernestina Yépiz

Maestra de Literatura Iberoamericana autora de los libros de poemas La penumbra del paisaje, Los brillos de Eva, autora del libro de relatos: Doce encuentros de amor, El café de la calle Mulberry, Editora del Instituto Sinaloense de Cultura, leyó un texto que, escribió acerca de su relación con Norma Bazúa, se llama Norma Bazúa, el juego de las palabras en el arte del naufragio, lo transcribo:

“Una tarde-noche del mes de junio de un año que no logro precisar 1998 o 1999, tal vez, en la Casa de la Cultura al pie del cerro de la memoria, en la vaporosa y, a veces, aletargada Ciudad de los Mochis donde durante el verano las manecillas del reloj se quedan quietas y la hora es siempre, tuve mi primer encuentro con la poeta Norma Bazúa, quien estaba allí para recibir un homenaje a iniciativa del Grupo de Promotores Culturales que el Ayuntamiento de Ahome le había organizado, sin mayores preámbulos, el Presidente Municipal brilló por su ausencia, no recuerdo si estuvo el director o la directora de Cultura, incluso tampoco otra autoridad de estatus gubernamental, en fin está situación a la homenajeada no pareció afectarle demasiado; muy pronto se adueño de la escena y acompañada de familiares y amigos habló de lo grato que le resultaba estar en los Mochis donde había nacido un 17 de mayo de 1928, habló y habló, de tal manera que las palabras parecían salírsele por todos los poros de la piel y leyó, leyó hasta el cansancio, más de alguno debió haberse sentido fastidiado, nadie podía hacerla callar, era su noche, ella terminó por apropiársela, la velada que había empezado a las siete de la tarde duró hasta casi las diez de la noche y ninguno de los asistentes tuvo el atrevimiento de levantarse de su silla.

Al termino del encuentro un grupo de señoras invitó a cenar a la homenajeada y alguien tuvo la gentileza de invitarme también, allí la poeta me regaló uno de sus libros A manera de pre-texto el mar, después de leerlo pude explicarme porque la Doctora era tan asertiva en sus palabras como el anuncio de una tormenta como bien reza en uno de sus poemas en el que se refiere a su infancia: Cuando niña quise ser marinera/pero no había entonces mar navegable para mi,/ no había mar gobernable//Sólo un escarceo desmedido/ con inundación de mis porqué/sobre todos los que me rodeaban,//Me aficioné a los caracolas/al brillo de las arenas/ igual que a las palabras/ las supe de oro molido//Tuve que aprender a caminar su aridez litoral/…/y me sumergía a veces en un elocuente silencio/calma chicha/o en un desbordamiento del decir/hablando hasta por los codos/ por las manos/ hasta por los pies todo un estruendo que nadie comprendía//Fue cuando empecé a bailar/como una manera de ser mar sin provocar escándalo.

Desde esa noche y después de haberme quedado con su libro A manera de pre-texto el mar durante cinco años no volví a saber de la poeta hasta que una tarde la visite en su casa de la colonia Las Águilas y de nuevo conversamos, bueno, conversar es solo un decir porque en realidad ella hablaba, porque a Norma las palabras se le desbordaban como un río, como un mar abierto, incapaz de contenerse las dejaba fluir. Y es por eso que a fuerza de decir, de ensayar el verso, la línea poética, pudo crear un mundo, el mundo que nos ha dejado en cada uno de sus poemas, que desde hoy estamos obligados a habitar y a reinventar, en cada sílaba que logremos balbucear sobre la hoja de papel, tener presente que habitar el mundo es deletrearlo, nombrarlo, Norma supo y nos enseñó como hacerlo.

La poética Bazuniana se nos presenta como una arma de dos filos, en la que se conjuran por igual a dioses y demonios del lenguaje, las palabras a fuerza de hilarlas, componerlas, descomponerlas, recomponerlas; como uso en silencio son invocadas y a la menor provocación emergen a la superficie, algunas desnudas titiritan de frío y otras podemos verlas excesivamente maquilladas con fastuosos ropajes, a las primeras, la poeta supo que debería adornarlas un poco, a las otras desvestirlas y lavarlas las cara, no por completo; en algunos casos hubo que dejarles algo de rubor en las mejillas y si de nombrarlas, entonces se trataba jamás las despojó de carmesí en los labios.

Norma supo ser una maestra en el arte de la transfiguración del maquillaje de los vocablos, es por eso que cada uno de sus poemas es como reza una de sus líneas: una manera de delinear el infinito, en este encuentro del que les he comentado donde me limité a seguir mi papel de escucha, para compensar mi mudez porque a Norma la generosidad se le daba por los costados me regaló otro de sus libros: Tengo miedo de sacudirle la raíz al sueño, que abre con un epílogo de Edgar Allan Poe, dice: Todo lo que vemos o parecemos es un sueño dentro de otro sueño y con un poema titulado Algo sobre el sueño que terminó de convencerme que estaba frente al espejo de una magnifica poeta, cito las primeras líneas del poema: En cada amuleto/-ojo de lince para sortear el infinito-/he puesto lo mejor del sortilegio/para que no me fallen los augurios/este sueño entre ceja y ceja/bajo membrana hilada por la oruga/ha de sacarme al otro lado del espejo. Líneas de connotado erotismo, musicalidad y riqueza de imágenes, desde entonces quedé convencida de que Norma Bazúa era un mujer hecha de palabras, habitada por el lenguaje y la locura de lo poético, sólo los desquiciados y los enfermos de poesía pueden escribir como ella lo hizo.

Sin proponérmelo me la encontraría por tercera vez y me la encontraría no una, sino muchas veces más, supuse entonces que ella y yo pertenecíamos a un mismo mundo, que el artífice de nuestros encuentros no era otro sino el destino, vestido con los ropajes de la poesía; ninguna de las dos quiso resistirse más y terminamos por hacernos amigas, la última vez que fui con ella, antes de ahora, cada una de nosotros la trae consigo, fue hace dos años me habló de mil proyectos y algunos otros libros recientemente publicados, entre ellos, Con Lazarillo sobre páginas blancas y Varo entre Remedios caseros, el primero, una antología poética y el segundo una colección de poemas en honor a la pintura surrealista de Remedios Varo. Los dos vienen a sumarse a la ya larga lista de la obra Bazuniana, entre ellos y los ya citados, los siguientes: De ser amor y muerte, Momentos, Como dibujando las distancias, Flor simultánea al fruto, Boceto para un palabrario, Poundianas para la escena y dos o tres títulos más.

Sin embargo, aún con tantos libros publicados como poeta es casi una desconocida en el ámbito literario como desconocidos en su tiempo lo fueron tantos otros, que después de años, siglos incluso, han sabido conquistar la posteridad que es el equivalente de la vida eterna; estoy segura que Norma Bazúa será uno de esos casos, bastará que, de ahora en adelante, unos labios pronuncien su nombre, lean unos versos, cualquiera de sus poemas para que su poesía emerja de las catacumbas en las que se ha mantenido.

Coincido plenamente con lo que alguna vez, al referirse a la obra de Bazúa escribió el poeta Enrique González Rojo, cito: “Norma, en poesía, se las sabe de todas todas. ¿Cómo ha sido posible esta obra? Norma opina que el escritor, el gran escritor, debe ser incorruptible. Cantar sin hacer concesiones. Desdeñar el poder y la gloria cuando ello supone morderse la lengua y “atar con la palabra alambre”, como ella dice, la verdad del poeta. Por eso se ha mantenido al margen de capillitas, grupos de poder literario, para no hablar de la política cultural oficiosa. Por eso también se le ha escatimado el reconocimiento que tanto merece, pero ha llegado el momento de declarar que en México, entre nosotros y hoy en día, hay una gran poeta y su nombre es el de Norma Bazúa.” termina la cita de Enrique González Rojo y termino esta participación con un reconocimiento personal a la poesía Bazuniana y una felicitación a quienes han tenido el tino de realizar este homenaje. Gracias a todos por recordar a Norma Bazúa. Vamos a tener presente su legado poético.”

Marivilia Carrasco Bazúa

Hija de Norma Bazúa, sobreponiéndose a la emoción, con entereza, fuerza y claridad, expresó:

“Escribí recordando algunas citas de mi madre, de su biografía prefiero no hablar, de su poesía si puedo decir que recibí desde mi infancia el beneficio de ser su principal escucha y su obra está imbuida en mi vida, trascender fue el único sentido de la vida de mi madre; despreciaba lo sutil, la banalidad, amaba la belleza y se rebelaba frente a la falta de armonía fuera ésta en la manera de vestir, en el arreglo de los jardines o en las letras, con el tiempo ella misma destinó su vida a hacer sólo poesía, entendía que ser poeta no era sólo haber recibido un don, era una forma de ser, de existir, la poesía permeaba su existencia y su existencia era poesía.

En alguna ocasión le dijo a un periodista que ella era una poeta de veinticuatro horas al día, el verdadero poeta dijo: es un receptor de excelencia, no sólo en el sentido de que tengamos una especie de vulnerabilidad que nos dispone más a las heridas sino que, también es un receptor de la inteligencia, cuando menos eso me sucede a mi; siento que la poesía fue inventada por el hombre para tratar de entregarse a la totalidad de los seres humanos, a entidades sensibles e inteligentes, donde la confluencia de estos factores hace madurar al individuo, comprender su propia historia y ésta como sinónimo universal, vemos también que sus preocupaciones sensibles e inteligentes hacen reflexionar al poeta algo más que al resto de los hombres.

Si pensamos en los grandes poetas a los cuales me quisiera parecer nos damos cuenta de sus tribulaciones formales acerca del destino de la lengua como medio de comunicación de ideas, Dante, por ejemplo, no perdió nunca de vista el arte de gobernar, lo mismo en sus escritos poéticos que sus estudios de la lengua; aquel que se dice poeta y no se encuentra preocupado por la situación del hombre, no cumple su compromiso moral, cualquier poeta entre comillas que se dediqué a degradar el lenguaje de comunicación contemporánea, destruye la meta del hombre, la mente que debe desarrollar para comprender la cada vez más compleja sobrevivencia humana.

Mi madre se concebía como una luchadora al lado de los vencedores bajo la máxima de que el que lucha siempre nunca es vencido: nunca me dejaré vencer-dijo- porque creo que el ser humano siempre encuentra en la esperanza, las claves para resolver los problemas que enfrenta, hablo no solo de problemas culturales sino otros que podemos considerar semejantes a los que se enfrentó el hombre desde el nacimiento, al que se enfrentó al terror, al oscurantismo y tuvo que revisar cuidadosamente la historia de la cultura, el hombre del nuevo siglo sólo se salvará si vuelve a revisar la historia de la cultura, así engarzó en vida, la creación política y la creación poética.”

Enrique González Rojo



Poeta y filósofo, Premio Villaurrutia, Premio Nacional de Poesía "Benemérito de América" autor de los libros de poemas Para deletrear el infinito, El tercer Ulises o en cierto gris sentido y otros poemas, El junco y otros poemas, Viejos, Memoralia del Sol Raíces y alas del pensamiento náhuatl, entre muchos otros y una vasta obra filosófica-política, expresó:

“Yo he escrito en varias ocasiones algunas reflexiones sobre la poesía de Norma Bazúa, en varias ocasiones porque desde algunos de los primeros libros me invitó a que interviniera en la Mesa y después, en varias ocasiones; ahora voy a leer un breve texto que se llama Para Norma:

Cuando se apaga la voz de un verdadero poeta, hombre o mujer, la especie humana pierde una luz, una antorcha, un surtidor de fotones, desaparece una de esas luces, que nos sirven para escudriñar, y hacerlo con deleite y corazón, lo que somos y en donde estamos.

Al morir un poeta joven, los dioses tienen predilección por ellos, todo el mundo se conduele y es comprensible pero, lo que ha muerto con él es un incierto, tal vez hubiera llegado a más, es decir, es una promesa; yo me aflijo y consterno más cuando él que aborda la barca de Carón es, mujer o hombre, un poeta maduro o de la tercera edad que como lo ha demostrado a lo largo de los años tiene una obra sólida y señera y acreditada su experiencia literaria y su literalidad trabajada a golpe de martillo y astucia para fijarle a las palabras el oriente y las más adecuadas reglas de tránsito, es probable que si la muerte no la hubiera apagado la voz y apagado el corazón habría continuado ofreciéndonos las cápsulas de belleza y conocimiento que traen consigo los grandes poemas.

Norma Bazúa nos ha dejado en plena juventud poética, con esta afirmación estoy convencido de que hay jóvenes que escriben poesía senil, envejecida y sin estro, mientras que los hay de edad avanzada como mi querida Norma que poseen el divino tesoro de un estro juvenil o terquedad como poeta que era Norma no podía vivir sin rendir pleitesía a la musa, sin robarle cotidianamente secretos al mar, al viento, al amor, sin acercar sus labios a la confidencia y legarnos borbotones de sílabas amorosas, no podía vivir sin entregarnos pedazos de su alma y el rompecabezas de cristal donde, espejo al fin, podemos ver reflejados una parte de nuestra fisonomía o algún trazo de nuestra vida interior.

Norma no podía vivir sin darle alas y firmamento a su pluma y cada vez lo hacía mejor, con mayor profundidad y sabiduría como lo evidencia el incuestionable progreso que hay desde el primer poemario De ser, amor y muerte prologado por Carlos Pellicer hasta Aprender la muerte y los inéditos que aún faltan, Norma aunque ya no estés presente, siento que no te has ido, que no te irás, que tu recuerdo llora tu inolvidable pasión por la palabra justa, emotiva, sin concesiones, no nos permitirán dejar que te vayas, mi querida poeta, señora del palabrario quiero hacerte esta confidencia, todos los que amamos a ti y a tu poesía nos vamos a confabular contra el tiempo, contra la amarga letanía del reloj implacable para que nadie tenga la torpeza, la estulticia de decir, de suponer que Norma Bazúa ya no se encuentra entre nosotros, todos los que te amamos.


Muchos gritaron bravo y se aplaudió profusamente su intervención.

Intervenciones con poemas dedicados a la poeta Norma Bazúa.

Paquita Andueza,

La poeta de origen vasco desbordó espontaneidad, afabilidad y simpatía, expresó que sólo tiene agradecimientos para Norma, muchas vivencias familiares, intimas, de mujer a mujer y sobre todo fue su maestra. El apellido de Norma Bazúa es de origen vasco por lo que alguna vez le preguntó: “- ¿ya sabes que significa Bazúa?-la maestra le contestó- si, bosque.”

Asimismo, relató: “una noche la acompañé en el hospital, le doy gracias a Marivilia que me permitió estar con ella, una noche maravillosa que hablamos de poesía, amor, mujeres, política; las enfermeras y los médicos estaban en la puerta escuchando poesía, nunca habían oído una conversación entre una enferma y una acompañante, fue tan hermoso que siempre le doy gracias a Norma por tratarme tan bien.

Luego la acompañé a formar su enorme biblioteca, acompañarla a seleccionar, entonces es una suerte tener toda su obra, porque es una obra riquísima, porque es una gran mujer, bueno ella no ha muerto, está viva.

Alguna vez le pregunté:

-¿Oye, Norma te parece que puedo escribir poemas? Me parece que estoy minada.

Y ella le contestó:

-No, así como vas estas bien, así se va aprendiendo.

Le mostré los poemas que voy a leer y le pregunté:

-¿Qué te parecen?

-Algún cambio necesitan, pero tú lo hiciste de corazón y están bien. Todos se rieron.

Los voy a leer porque ya se los había leído a ella. Uno habla de una vivencia con ella en el metro del Distrito Federal, estábamos las dos en medio del pasillo como sardinas, fue tan chistoso que no se puede explicar sin vivir, las risas que todo el vagón tenía a cuenta nuestra, de las salidas de Norma y mía, fue tan impresionante esa noche que escribí el poema que les leeré.

Y otro poema es dedicado a una sábana, una noche que se quedó en mi casa, se impresionó de cosas que me manda mi familia del país vasco, le gustó tanto una sábana de lino bordada que le dije:- te la regalo, pero úsala por favor- me dicen que nunca la usó, bueno, era tan bonita que le dio pena dormir en ella y como le emocionó tanto le hice este poema.

Paquita Andueza

SÁBANA DE ALGODÓN

aún envuelve su cuerpo

lleno de ternura y comprensión

en el calor de la noche

los sueños de otoño en penumbra

pasión sonámbula

claridad mental

joven su mirada

ilusión pura

belleza de niña

gran apoderada

dadora de vida

sabana blanca de algodón

acaricia su cuerpo, su alma

dibuja sueños

fantasmas, ilusiones

día de estaciones

ternura controlada

frente de medusa

mente de medusa

mujer valiosa de origen vasco

entre flores hermana

el mar te tiene

las olas te hablan

eres aire, fuego, sirena

eres mi maestra

NORMA Y YO EN EL METRO

Jamás vi hombres tan altos

jamás oí tan grandes carcajadas

en un trayecto tan corto

las dos en medio de todos

como un par de sardinas en lata

Norma pide de favor

paso para la salida

de dos chaparras gorditas

Norma grita muy fuerte

¡mira este cabrón! se ensancha

no querían darnos el paso

Norma muy enojada

viendo el panorama grita

siguen enormes risas

hasta doblar la pestaña

Nuevamente grita: ¡cabrones!

el maloso se encoje

risas por todas partes

y entre mi espalda

los gritos de una enorme panza

la histeria es colectiva

no puedo mover los brazos

ni puedo mover las piernas

llorando de tanta risa

todos ríen a la derecha

a la izquierda

por delante, por detrás

¡qué espectáculo tan sublime!

en el vagón del metro

entre enormes carcajadas

como sardinas en lata.

Leticia Luna

Leyó su poema Declinación de la aurora en honor a tantas poetas.

Leticia Luna

DECLINACIÓN DE LA AURORA

Recibe en tu seno María

a todas las poetas

a las que entre cartas

y papeles fallecieron

con las manos manchadas por la tinta

del último poema

benditas las que mueren solas

con tan sólo la palabra

benditas las desterradas y las sabias

las que hablando con el aire cortaron la cadena

de este sueño

en su ida buscaron la absolución final

benditas las fervientes y las tristes

los que alargando aún la voz

no pudieron hacer la última llamada

benditas las alegres y las que se van

Eunice, Alfonsina, Rosario

Silvia. Virginia, Alejandra

María Mercedes, Ángela María

Norma y Aurora

¿señor Dios porque las Auroras

son tan inciertas?, benditas

una y mil veces benditas,

las poetas que se van.


Santos Velázquez

Manifestó: “Estoy triste también de estar en este homenaje a Norma Bazúa, fue un gran gusto conocerla.” “Tuve la oportunidad de estar en su casa y hacerle una entrevista también que para mi es muy valiosa por el legado que nos deja a todos, también quiero hacer extensivo el mensaje de condolencia para su hija, de parte de la maestra Dolores Castro, quien lamenta no haber podido venir y me dijo: siente mucho la pérdida de la maestra Norma Bazúa, la gran poeta imprescindible de las letras mexicanas.”


Dio lectura a un poema que escribió el día en que se enteró del fallecimiento de la maestra Norma Bazúa.

Santos Velázquez

PARA NORMA

Oigo tu ausencia desde el aire

algo en la luz me anuncia tu partida

se mantiene el rayo a tu paso

libre de tu miedo

no hay en ti algún registro de amargura

húmeda sal emerge del manantial sereno

conocedora del mar

te dejas ir en la intimidad de tu tormenta

en medio de la turbulencia

no protestas

no interpones la excusa del cansancio

libre de confusiones, esperas

el maretazo sobre tu ataúd de arena

para la tempestad final

guardaste en vano

la limpia armadura de tu risa

no mueres por agua

no hay naufragio que te venza

mi vista emerge sobre tu propia muerte

te despides en paz, amiga mía

vuelves ilesa

te veo partir en el horizonte

se oye tu voz en la respiración azul de la tarde.




Se concluyó el homenaje con un largo aplauso, que permaneció resonando, para la gran poeta Norma Bazúa.