sábado, 11 de diciembre de 2010

"Norma es una de las principales plumas poéticas del país"






Por Graciela Roque García

“Norma es una de las principales plumas poéticas del país como suele ocurrir por estos litorales, con artistas que han cuidado su independencia como la niña de sus ojos, no ha sido suficientemente leída ni publicada ni puesta en el conspicuo lugar que le pertenece, sin embargo, las cosas tendrán que cambiar, ya que la importancia de su producción, la pujanza de su numen, el dominio de un palabrario que ya no es un mero boceto exigen de manera imperiosa que el círculo de sus lectores se amplíe drásticamente y que los críticos vuelvan los ojos hacia un manantial en que un lirismo exaltado irrumpe a borbotones”. Así se expresó el poeta Enrique González Rojo.

Norma Bazúa Fish, poeta sinaloense, autora de Cómo publicando las distancias, merecedora del premio Jomar, De ser, amor y muerte, presentado por Carlos Pellicer, A Manera de pre-texto, Boceto para un palabrario, Varo entre remedios caseros y Flor simultánea al fruto, entre otros. En 1976 le otorgaron la Flor Natural de Guasave y en 1986 fue finalista del Concurso Internacional Carmen Conde, España, ha participado en múltiples encuentros y antologías, entre ellas 40 Barcos de Guerra. Recibió un emotivo homenaje el sábado 16 de octubre, a las 6.00 p.m., por sus 82 años y la presentación del libro Aprender la muerte, en el marco del Foro Joven de la Feria Internacional del Libro en el Zócalo de la Ciudad de México, en el que participaron los poetas Francis Mestries, Porfirio García Trejo y Enrique González Rojo, bajo la moderación del poeta y editor Andrés Cardo. La presentación quedó a cargo de la poeta y editora Adriana Tafoya.

El poeta Francis Mestries, manifestó al público de alrededor de doscientas personas, que Aprender la muerte, “es una visión optimista sobre la muerte, un sano ejercicio de pasado en limpio para abordar el instante fatal con la conciencia límpida, lucida, dejando arreglado sus asuntos, las huellas de sus pasos impresas en esas páginas”. Describió el recorrido temático del libro, comentó tres poemas y terminó concluyendo: “presenta la muerte como una playa de descanso resultado de una fuerza interior que busca engarzar su canto, nos ofrece una visión esperanzadora del destino humano, es un libro sobre el buen morir y un compendio de cabecera.”

Por su parte, el poeta Porfirio García Trejo manifestó que es “un poemario de titulo engañoso de la maestra Bazúa, poesía que es un pretexto para la reflexión y para la queja pero principalmente para el recuerdo y la nostalgia” y precisó “tiene nostalgia hasta de su nombre propio Norma que rige como una ley y del cual dice en alguno de sus poemas cumplir sin remedio la palabra clara y los versos resueltos para gritar de amor en el desierto, poemario de titulo engañoso porque Aprender la muerte, bien podría ser con h intermedia, aprehender la muerte, porque pareciera más ser una conquista de la Maestra, no la muerte conquistando a la escritora sino la escritora sometiendo de alguna manera a la muerte, pareciera indicar que la autora busca atrapar en efecto la esencia de la muerte pero resulta que el libro esta recargado de vida, tanto como cabe en el recuerdo de alguien, la muerte resulta un elemento secundario que si bien motiva miedo, sucumbe ante tanta vida, ante tanto asombro”.

Puntualizó: “la autora es el personaje principal del libro y del recuento de ella misma se va dando un tipo de poesía breve, auténtica, contundente y efectiva, sin abundancia excesiva de recursos pero con los indispensables que dotan a sus versos de un dinamismo natural.” Mostró la utilización de los recursos literarios y le preguntó a la autora que si le gustaron sus metáforas y le dijo, “púes a mi me gustó más”, motivando la risa de los asistentes y la creadora.

El poeta Enrique González Rojo explicó que la maestra Norma Bazua se manifiesta sensible, solar y abierta, pero al mismo tiempo pudorosamente introvertida “lo cual tiene sustanciales consecuencias poéticas, es una poeta que ha ido adquiriendo con el paso de los años una actividad de astucia literaria encabezada a la perfección con el talante de sus experiencias, los sentimientos son, que duda cabe, la materia prima de poeisis, de su creación, pero domina magistralmente la manera de velarlos, sugerirlos, de impedir que robándole escena se conviertan en lacrimógenos factores de inseguridad y sentimentalismo que privan en los y las escritoras incapaces de internarse en los difíciles vericuetos del canto verdadero, este pudor expresivo que tanto explica las excelencias poéticas de la autora se manifiesta con toda claridad en Aprender la muerte.

Añadió: “casi al principio del poema la poeta nos aclara aludiendo a su bautizo que le pusieron un nombre como ley, pero este apelativo Norma no se le impuso en alusión a la ética o el cannón conductual sino como ella lo interpreta para cumplir sin remedio palabras claras y deseos resueltos, por consiguiente si tomamos en cuenta por un lado esta interpretación de su propio nombre y por otro que, ella guarda, como dice más adelante, fidelidad al secreto del dolor vemos perfilarse con toda nitidez esa estética del pudor que lleva a trabajar, develar, sugerir emociones que, no obstante, permanecen secretas, a elaborar uno tras otro joyeles de excelente poesía.

El poemario que nos ocupa es una especie de poema autobiográfico, como sinóptico, en este despliega un viaje, el de nacimiento, la vida, la muerte que emprende como odisea personal nuestra poeta, el horror al sentimiento desnudo la lleva a la metáfora, a la prosopopeya, al tropo, a la frase inesperada y a la audacia expresiva. Del peregrinar de la existencia al desecho de la existencia, al desecho de este especie de viaje marítimo ya que de puerto al puerto surcaremos esta travesía, que se inicia por gestación de placeta y agua de mar, desde esta punta la gestación duró diez meses, se negaba a abandonar el vientre materno pero en busca del calor en el aire deja de ser pez y descubre el frío, el ser nonato, la prehistoria de Norma o de la norma era un pez que paradójicamente tenía miedo al agua y ese miedo, esa prefiguración del temor a la muerte le nace con nuestro nacer, cómo en toda buena autobiografía todo comienza con el trauma del nacimiento y las vocales a todo volumen con las que el bebé irrumpe en el humano acontecer.

La protagonista de esta historia, en efecto, venía de una madre desconcertada por el asombro de su grito, luego van apareciendo como efímeros bocetos el retrato del padre, la mención de los seis hermanos y la tópica precisión de ser la sexta entre dos muertes, también surge, más entre líneas que en la montura gramatical, el auto retrato, los primeros besos y, finamente, el amor ya maduro que se logra en la redondez del abrazo. Más tarde, hacen acto de presencia, las enfermedades, el desamor, ya que respecto a lo primero, empañados por el riego de la rosas le enfriaron la garganta y clavaron una gripa rigurosa, después porque sufrió las tropelías del desencuentro y el goteo vergonzoso de un viejo amor. Entrada ya en nostalgias, emprende el oficio de recordar, de hilvanar momentos traspapelados en las furias del tiempo, pero antes de todo esto, desde muy joven la poeta se cayó de bruces, por así decirlo, con el palabrario, halló su vocación, dio con su gesta y lo mismo se puso a robar las golosinas de adverbios a hurtadillas y a condenar al verbo al solitario jugador de austeridades, con esta conquista, con este convertirse en dueña y señora de las palabras Norma pudo escribir este poemario y otros no menos importantes” y citó algunos libros de la autora.

“El núcleo fundamental de Aprender la muerte es la presencia del tiempo, para ser más precisos, los extremos de la existencia, el nacimiento y la muerte, lo he ubicado entre estos dos polos, la existencia que duerme bajo el signo mortal, la muerte de la que se va teniendo un lento aprendizaje. Hay un desamparo frente a los miedos al estar solo frente al aprendizaje de la muerte, de la que se va teniendo un leve temor y luego una esperanza, más en otras circunstancias creemos que bajo tierra nos hallaremos ya liberados de este diluvio en el que nos debatíamos. Este peregrinar, este venir de un exordio a otro atravesando la tierra movediza del eterno presente carecería de sentido para Norma sin un principio metafísico ordenador, por eso nuestra poeta se dice a si misma: en todos las playas estará Dios para perdonarte el caos en el que se debatía y Dios toma la batuta para engarzar el canto empautado de la noche y alcanzar el silencio.

Norma Bazúa está de cuerpo entero en su pequeño gran libro, su vida, sus emociones, sus dolores, su poesía y sus creencias hallan aquí el foro pertinente para entregarlo pueden hacerlo con la gallardía, la precisión, la originalidad con que lo hacen porque detrás de cada palabra, cada giro, cada elocución se halla la maestría, la autenticidad de nuestra gran poeta.”

Posteriormente, la poeta Norma Bazúa expresó al público asistente:” los poetas llegamos tarde al reparto del mundo pero si ustedes no leen, lean a los que buscamos la muerte porque van a

aprender.”

Comentó que escribe poemas satíricos para reírse de si misma y leyó el siguiente poema:

Todo hermoso guardado en mis plegarias

vendí al ramo lo que estaba sobre las vides

sólo tuve paz para mi padre de flautín violas

acompasados con el rumor de una vieja mandolina

la que subí al pentagrama para testimoniar

la presencia de mi madre con sus paredes blancas

retrato redondo enmarcados en hojas

aquella voz tan suave algo tiene que ver con mis estruendos

de niña violentada.

El público agradeció su amable trato, su hermosa lectura y la despidió con una ovación. El acto fue organizado por la Editorial Verso Destierro.