lunes, 7 de febrero de 2011

Emotiva y espléndida presentación del poemario Aprender la muerte de la Maestra Norma Bazúa.

La maestra Norma Bazúa y el poeta Santos Velázquez

Por: Graciela Roque

Este sábado 18 de diciembre de 2010, a las 16:00 horas, en el Espacio Cultural La Karakola, ubicado en la Plaza Villa de Madrid 7, Glorieta de Cibeles, Col. Roma, se manifestaron los poetas Santos Velázquez, Dolores Castro, representada a través de Maribilia Carrasco, hija de Norma Bazúa, la poeta Norma Bazúa y el editor Andrés Cisneros de la Cruz, para presentar el poemario Aprender la muerte bajo la moderación de la poeta y editora Adriana Tafoya.

La Presentación del poemario Aprender la muerte, celebrada sobre un escenario natural formado por un prominente jardín, se constituyó en un evento memorable donde confluyeron la crítica literaria, la poesía, la narración poética, la música, el vino y los alimentos. Cuarenta espectadores ubicados en mesas de madera, al aire libre, conocieron y aplaudieron la riqueza de la poesía y la prosa de la Maestra Norma Bazúa.

4: 30 p.m. Andrés Cisneros de la Cruz anunció, cómo preámbulo a la presentación del poemario, “para que vayan ajustando los oídos” a la cantante Margarita Chacón y sus guitarristas, Antonio y Enrique Chacón, sobrinos de la poeta Norma Bazúa, quienes interpretaron las melodías Agua marina y La Paulina, y compartieron breves anécdotas sobre sus raíces juchitecas, pasado lírico y convivencia familiar con la autora.

Andrés Cisneros explicó que el Homenaje Nacional a la poeta, lo rinden tres trincheras diferentes: el Grupo Amanuense, taller de Dolores Castro, Los poetas en construcción y la editorial Verso Destierro, presentó a la poeta Norma Bazúa y al poeta Santos Velázquez que pertenece a ambos talleres y ha publicado Para que algo se salve, El olvido de las cosas, Luz de evocaciones, El idilio de la inercia y Los desamparados, entre otros.



Francis Mestries durante la presentación del poemario.

El poeta Santos Velázquez expresó sobre el libro Aprender la muerte:

Me ha sorprendido por su tamaño tan pequeño y su gran interior, es un libro muy bello, pensé que lo iba a leer muy rápido y no; es un libro que hay que leer dos o tres veces.

Aprender la muerte es mucho más que un bello registro entre lo que percibimos y lo que sólo podemos intuir, algo misterioso flota en el libro, nos atrapa y emociona al grado de no poner en tela de juicio la luz de lo cotidiano, rayo que nos alcanza y revela un mundo eterno, Norma Bazúa logra en esta odisea hacernos sentir que es nuestra, que es uno el que vive esta singular experiencia, se siente de manera muy íntima cuando dice de haber nacido en primavera/sería árbol/un nidal con zenzontlera;/canto perdurable y sin rencor entre el follaje.

Al leer su obra en otros libros puedo asegurar que es a partir de su intención de usar un lenguaje sencillo como consigue la poeta alcanzar los altos registros de la poesía, como el agua real nos estremece con sus palabras que bien sabe no son de su propiedad sino, más bien, un bien común, aún y cuando ella hace que parezcan nuevas, que no conocíamos su verdadero sentido.

Al hablar del ser que más conoce, es decir de ella misma, nos define a todos, a través de la luz de su emoción no desbocada pero, única. En su obra se percibe el desprendimiento, la dadiva, suena claro el deseo de ser en el no ser, esa intimidad de verse reflejada en todo lo que nos rodea, en lo que alcanzamos a percibir y en lo que no pero, allí está:

Saldremos ilesos si aprendemos la muerte- dice Norma Bazúa y le creo, cito- Completa el alma entre los oleajes del retorno/cargada con lo que no arrasó/el mar de los olvidos.

Poeta que conoce la vida, su íntima trascendencia, sabe como lo dice del cordón oculto bajo sombras prenatales, Aprender la muerte es un poemario que nos lleva a conocer lo que en verdad somos, sentir nuestra presencia en el mundo desde el instante mismo de nuestra concepción y más allá de la misma, ir después de uno mismo de lo que no habrá de perderse y que nos llenará de asombro, cito:

La gestación duró diez meses/se negaba a abandonar el vientre materno/pero en busca del calor en el aire/deja de ser pez descubre el frío…

La vida es siempre una sorpresa pero, también una bitácora que necesita ser salvada dice Norma, ella sabe, intuye esa secreta relación entre lo que se ha nombrado vida y muerte, una no puede ser sin la otra, este libro nos descubre su presencia y afinidad de una manera magistral, sólo un pez que siente su osadía puede fluir en medio de estos dos mares … pez que viene de una madre desconcertada/…/y un padre vulnerable a su alegría fue la sexta de los diez/entre dos muertes/…/Le pusieron un nombre como ley:/ para cumplir sin remedio palabras claras, así es nuestra poeta, oficiante de un lenguaje oculto pero, claro.

Nacida casi al fin de la flor sin pétalos/ …/sin fuego en el aroma/Sólo estruendo de polen en la voz.

Confieso que su obra me sorprendió en el camino, leí su propuesta de epitafio que aún me desconcierta y emociona, hoy la conozco más al Aprender la muerte, sé más de sus sombras en donde no se abriga ningún mal, ni maleza, tenía ganas de hablarle, sentir en su voz la intimidad de sus palabras, agradezco a la vida y a la muerte este registro que hoy me hace conocerla, unir estas ideas que surgieron de las suyas, imágenes que son de luz alterna, fiebre sin terminal, chispa perenne/…/ eterno parto de aire en el ahogo/ gota de luz perdida en el perfil de la llama.

Ella ha sabido definirse como poeta, ha convertido el dolor para que los hambrientos lo coman, sabe del diario acontecer de la vida y de la muerte, de ese mismo tronco enraizado sin brotes, sin hojas, en la luz de lo cotidiano ha sabido ampliar su mirada para volverla eterna, cito:

Eres sólo ahora acontecer diario/suceso común/tronco seco enraizado/ sin brotes sin hojas//Por esto siquiera debieras quejarte.// Pero sólo dices que la mentira es como el insomnio:/Un ámbar roto a donde no puedes engarzar certezas/ni embonar pedazos de verdad para formar vitrales.//Y aceptas sentencia afirmativa/aunque de transparencia mutilada/ por donde miras ya sin asombro aquella culpa.//La perdiste temprano en ese bosque de cafetos./Al caminar sin rumbo entre sombras/entre cascarales/del fruto ya salvado.

Sí, nos encontramos ante una verdadera poeta, ella conoce su voz, habla con el alma de esa voz, por eso sólo le pide a Dios que le acerque paciencia/ para separar el grano de la paja, vuelvo a citar:

Que afinque las ruedas del molino/para moler harina para una última hornada/del pan que esperan tus dolientes/para iniciar el Réquiem.

/…/Nada dejas pendiente amiga mía,/como si sólo esperaras el maretazo,/el golpe final sobre tu ataúd entre el agua…

En Aprender la muerte se intuye la salida del espacio que todos conocemos, que la ciencia se ha empeñado en descubrir, uno se abandona al oleaje agitado, para entrar a otro naufragio y esperar a ser salvado, la poeta conoce la muerte, la acepta en sus códigos verdaderos, en los más intuitivos. Ella espera trazar estelas, caminos sobre el mar, antes de ahogarse desea que el amor humano detenga la catástrofe y reconstruya lo que nos quede después del cataclismo, cito:

Sólo a Él puedo pedirle que me traiga una ola verde/un sunami personal que guardo entre miedos infantiles/ para que arrase con esta agua violenta de mis ríos/este goteo vergonzoso de un viejo amor entre recuerdos viejos.

Aprender la muerte es una verdadera propuesta íntima el grito de dolor sale ileso entre tanta agua oscura, cito:

Para tanto garabato nocturno,/no me quedaba entonces/ más refugio que dibujar un árbol/y entre su hojarasca/hacer perdedizo todo mi arrebato.

Próxima al adiós Norma Bazúa ha querido escribir su testamento en que el dolor le pida cuentas atrasadas y nos dice:

Porque la vida es a veces sólo reflejo,/reflujo para seguir/ olvídense del espejo apéguense a la piedra/y amen estas paredes/llenas de hiedra que brota con el aire húmedo//Respiren ahora entre esta plenitud/de hojarasca que los protege en la penumbra/para que perduren pegados a la piedra/ y se acostumbren a ese otro frío, ese otro calor.

La poeta conoce la unión entre la vida y la muerte, su voz es tan real que transforma nuestra definición de realidad y dice:

Porque vivir a veces sólo determina vida/quédense cotidianos ampóllense las manos/armonicen con el quehacer diario.//Pero enciendan su luz mientras/ les dure el mundo.

Ese es el legado de Aprender la muerte, reinventar la vida, llevar un registro más cercano, más íntimo para aminorar los pasos fallidos como ella dice porque algo se nos perdona y empezamos a ser reconocidos.

Dice Norma Bazúa, vuelvo a citar:

Lo que di ha estado entre mis brazos redondos y álgidos/lo que dejo me lo dejaron antes.

Ella sabe, intuye que todos somos uno solo, dueños de todo lo que nos rodea. Compartimos distintas experiencias pero, una sola en su conjunto.

Aprender la muerte es el hallazgo último para empezar a ser, enfrentar el caos y salir ilesos, para entender la luz de una casa más amplia, Aprender la muerte es transformarnos todos, empezar a vibrar en un solo registro desde la más mínima de nuestras limitaciones hasta la más desconocida de nuestras libertades, encontrar en lo divino la más amplia justificación de lo que somos, gracias Maestra Norma Bazúa por enseñarnos a Aprender la muerte.

El poeta Santos Velázquez recibió un fuerte aplauso del público.


Andrés Cardo, Maribilia Carrasco, la maestra Norma Bazúa, el poeta Santos Velázquez

La poeta Dolores Castro escribió sobre el libro de Aprender la muerte:

Acto seguido, Maribilia informó que la maestra Dolores Castro, formadora y tallerista de muchos escritores mexicanos, no pudo asistir pero, escribió:

La obra poética de Norma Bazúa es un monumento a la vocación, al trabajo constante por descubrir que hay detrás de lo que brilla o lo que ensombrece la hermosa vida, ¿qué hacer ante la muerte, ir contra ella a dentelladas, defenderse con puños, con uñas ante sus embates y encontrar un luminoso cauce vital, no de final feliz sino de resplandor final?

Norma Bazúa, alta, fuerte, dentro de su altura sinaloense y su fortaleza vital, inteligente, sensible, presenta esta vez, sumándose a sus múltiples y hermosos libros anteriores, para destacarse como excelente, éste de la Editorial Verso Destierro, Colección Inteligente, titulado Aprender la muerte.

El tema de la muerte tan abordado en la poesía ¿cómo puede presentarse para que sea original, significativo, en fin para que produzca el pensar, imaginar y sentir que se le exige a un poema? puede presentarse de manera valiente o será fuga inútil del desamparo frente a los miedos al entrar solos en aprendizajes de la muerte.

Esta iniciación esta primicia/estará alerta abierta a los asombros//Como un perro manso, echado sobre el quicio de la puerta que le han confiado.

Aprender el viaje con Norma Bazúa es nacer:

La vida nace del doblez de la caricia,/ balbucea vida desde el primer respiro/cuando pez tuvo agallas/ para ocupar el vientre de una paridora/con oficio marino.

Aprender la muerte con Norma Bazúa es aprehender un viaje desde el seno materno, aventurarse por el presente, por su lejana infancia y por la ternura, el pasado y la nostalgia:

De haber nacido en primavera/ sería árbol un nidal con cenzontlera/canto perdurable y sin rencor…

Y en otra parte de este poemario

Nacida casi al fin de la flor/era un centro generatriz/sin pétalos sin fuego en el aroma.//Sólo estruendo de polen en la voz/ y un corazón vorticilaba sangre/ para agitar banderas.

Poema a poema, crece su poética biográfica con imágenes esenciales dotadas de gran fuerza:

Si bien sobre ella crecen sombras/todavía no abriga ningún mal,/ni maleza/y les juro que de su corazón frágil/tengo pruebas contrarias/a pesar de todas sus nostalgias.

Norma expresa también y con gran fuerza su experiencia íntima del dolor:

Dejaste que a tu alma le hicieran/ en medio del pecho/lo que le hicieron/-le mutilaron asombros con segueta de diente fino-

El dolor que hasta lo invencible vence mediante su fortaleza inexpugnable que le permite dirigirse a Dios:

Se llevará tu suerte en esa barca/ entre oleajes agitados,/ los del agua mayor.//Hasta la orilla donde el naufragio te espera://En todas las playas estará Dios/para perdonarte el caos en el que te debatías.//Adonde pagaste grano a grano tu destino de arena.

Aprender la muerte no tiene un solo verso en sus poemas que carezca de imágenes poderosas, de ritmo interno consecuente con lo que se expresa. Aprender la muerte no es un desahogo, es una poderosa reflexión sobre la vida, un río de palabras siempre significativas, de palabras que como decía Neruda, se sientan como reinitas en la frase, palabras exactas, amadas por la autora, recogidas en tantas experiencias de escribir, de leer, de sentir, imaginar y pensar mediante las herramientas del lenguaje, palabras que se convierten en materia de la propia vida:

Porque la vida esa veces sólo reflejo,/reflujo para seguir/ olvídense del espejo apéguense a la piedra/y amen estas paredes/llenas de hiedra que brota con el aire húmedo//Respiren ahora entre esta plenitud/de hojarasca que los protege en la penumbra.

Norma nació en 1928, en los Mochis Sinaloa y escribe hoy y publica este libro no sólo con todas las características de la poesía de hoy sino como joven entre los jóvenes, Norma tiene una larga experiencia de vida y poesía, se advierte en esta hermosa edición de Aprender la muerte, va una felicitación para los jóvenes de Verso Destierro, por este libro hermoso también en su edición.

La concurrencia celebró la presentación.

Andrés Cisneros expresó el gusto de Verso Destierro por unirse a este homenaje a la Maestra Norma Bazúa, desde la juventud temporal que ha trascendido y que ahora es otro tipo de joven que convive con jóvenes poetas.

La poeta Norma Bazúa comentó mientras seleccionaba su lectura “las presentaciones han sido tan ricas en citas que yo creo que con mi voz ni lo van a disfrutar, por favor, perdónenme, creo que escribo mejor de lo que hablo”, sin embargo, accedió amablemente y leyó los poemas: Porque primero vivimos, En cordón oculto, La vida nace del doblez de una caricia, Por llanos pequeños, De pronto me veo aquí, Porque el llanto lo borra todo, Apéguense a la piedra y a petición de Andrés Cisneros, Porque la vida es a veces sólo reflejo dejando a la audiencia, un claro y luminoso mensaje de vida:

Porque la vida es a veces solo reflejo

reflujo para seguir

olvídense del espejo

apéguense a la piedra

y amen estas paredes

llenas de hiedra que brota con el aire húmedo.

Respiren ahora entre esta plenitud

de hojarasca que los protege en la penumbra

para que perduren pegados a la piedra

y se acostumbren a ese otro frío

ese otro calor

Porque vivir a veces sólo determina vida

quédense cotidianos

ampóllense las manos

armonicen con el quehacer diario.

Pero enciendan su luz mientras

les dure el mundo.

Posteriormente, Maribilia leyó un relato de la poeta Norma Bazúa sobre un pasaje de su infancia:

El cura de la parroquia mas cercana al pie de la sierra bajaría ese fin de semana, la catequización había durado algo así como un mes de rezos intensivos acorde para memorizar Padres Nuestros que estás en los cielos, tú cuidas las vacas y yo los becerros, Aves Marías de piña, melón o de sandía cada quien su vasito de sangría, junto a la secuencia de la misa, el rosario cantado, el rosario con letanía, ora pronobis, ora por mi y él que te salve será Serafín, el rosario de muertos a hora y en la hora pies de cachora, porque persignarnos ya sabíamos, después de ensayarlo cada noche antes de confiar los sueños al ángel de la guarda, todos los niños de cinco o seis años estábamos preparados.

El mío tenía el único cuello marinero, era el único vestido blanco que tenía con él había capitaneado un largo viaje por el Pacífico del estrecho de Magallanes al paso de Bering y enfrente hasta la casa de los Martínez, hasta la casa de los Pérez, enfrente de la Plazuela, hasta regresar a la esquina redonda de mi casa, a donde había estado la bomba de gasolina, lo había dejado como para asolearlo cuatro días, había dicho la lavandera.

Ahora sería la capitana del ejercito de las comulgantes, en orden por estaturas hasta el altar improvisado en la casa de las catequistas, las señoritas costureras María Blanca y María del Pilar, María Blanca está cubierta de pilares de oro y plata romperemos un pilar para ver a María Blanca devotas de Cristo crucificado el patrón del pueblo decían ellas, las viejas beatas decía mi padre, las quedadas decíamos los niños, antes de la santificación que les dará la comunión porque todo va a ser distinto después decían ellas, allí mismo sería el desayuno de chocolate con pastel, de tamalitos dulces de primera comunión y palomitas de jamoncillo de almendra, frutitas de jamoncillo de leche y borreguitos blancos de alfajor.

Todo se vino abajo, del cielo a la tierra, entró corriendo a la Iglesia alguien que gritaba: “a la nieta de Pancho Velázquez le picó un escorpión”, todo el batallón de comulgantes todavía con el rosario de bebelama y florecitas de San Juan entre las manos, la acompañamos al camposanto, antes de que el sol calentara hasta la sección de los angelitos, allí se entierran los que mueren niños y van directamente al cielo sin pasar por el purgatorio, dijo mi madre.

Yo prefiero morirme como la refresquera, como la capitana de los matachines del día de la Santa Cruz, lo dije en voz alta en pleno sepelio y que me entierren con música y que me acompañen al camposanto todos los hombres que me hayan querido, ante el disgusto que veo salir por los ojos de mi madre, rectifico, bueno que me tiren al mar como los marineros pero, con música quiero que toque la tambora cuando me muera, me quiero llevar la música al fondo del mar, al cielo por si allá no hay.

Esta narración de Maribilia se confirmó como una lectura sumamente emotiva que el público ovacionó vivamente.



5:30 p.m. Margarita, Enrique y Antonio Chacón deleitaron nuevamente a la audiencia con las canciones Son Guiri de Eustaquio Jiménez Girón y La petenera. La Editorial Verso Destierro ofreció un delicioso vino tinto y Maribilia, unos ricos bocadillos de la región del sur. Los asistentes alborozados con esta fiesta brindaron un gran aplauso a la poeta Norma Bazúa, a los participantes y organizadores.

1 comentario:

  1. Con agrado recuerdo esta presentación de Aprender la muerte. Una de las últimas veces que tuve ocasión de convivir con la singular Poeta, Norma Bazúa.

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